Marco-Hugo Landeta Vacas
10
|
Mar 20, 2025
(CASTELLANO) Desde que empezó, Loki dejó claro que no era una serie más de Marvel. Y con esta segunda temporada, no solo sigue sorprendiendo, sino que se planta como algo clave para entender lo que viene en el MCU. Se lanza de cabeza a explorar el tiempo, el destino y las realidades alternativas con una ambición que no se ve mucho en las pelis de superhéroes, creando una historia que te lía, pero que te engancha totalmente.
A nivel visual, es una pasada. Los escenarios de la TVA tienen ese toque retrofuturista tan particular, y los constantes saltos entre líneas temporales están diseñados con un detalle increíble. Todo está cuidado para que realmente sientas que estás en un mundo donde el tiempo se pliega sobre sí mismo. La fotografía, la dirección de arte y la banda sonora crean una atmósfera única que envuelve cada episodio.
Y luego está el reparto, que es uno de los grandes aciertos de la serie. Tom Hiddleston sigue demostrando por qué Loki es uno de los personajes más queridos de Marvel, dándole una profundidad brutal a cada mirada y cada gesto. Le acompañan de maravilla Sophia Di Martino (Sylvie), Owen Wilson (Mobius) y Ke Huy Quan (Ouroboros), que aportan humor, carisma y emoción en los momentos clave. Y por supuesto, Jonathan Majors deja claro que su presencia en el multiverso va a dar mucho de qué hablar.
No es una serie para todo el mundo. Loki exige atención y paciencia, y su trama enrevesada puede resultar densa para quienes solo busquen una historia ligera de superhéroes. Pero si te sumerges en su propuesta, es un viaje lleno de sorpresas y momentos memorables. Es una serie que no solo expande el universo Marvel, sino que le da un nuevo significado.
Y luego está el final. Sin entrar en spoilers, es imposible no sentir un nudo en la garganta con el destino de Loki. Para quienes lo han seguido desde sus primeras apariciones en el MCU, su arco en esta serie es a la vez devastador y hermoso. Un cierre que le hace justicia al personaje, pero que también deja una sensación agridulce difícil de olvidar.
(ENGLISH) From the start, Loki made it clear that it wasn’t just another Marvel series. And with this second season, it not only continues to surprise but cements itself as a key piece in understanding what’s coming in the MCU. It dives headfirst into exploring time, fate, and alternate realities with a level of ambition rarely seen in superhero stories, crafting a plot that might twist your brain but keeps you hooked from start to finish.
Visually, it’s a spectacle. The TVA’s retro-futuristic aesthetic is as distinctive as ever, and the constant shifts between timelines are meticulously designed. Every detail is carefully thought out, making you truly feel like you’re in a world where time folds in on itself. The cinematography, production design, and soundtrack work together to create an atmosphere that completely immerses you in each episode.
Then there’s the cast, which is one of the show’s strongest points. Tom Hiddleston continues to prove why Loki remains one of Marvel’s most beloved characters, delivering an incredibly nuanced performance in every look and gesture. He’s brilliantly accompanied by Sophia Di Martino (Sylvie), Owen Wilson (Mobius), and Ke Huy Quan (Ouroboros), who bring humor, charm, and emotional weight to the story. And of course, Jonathan Majors makes it clear that his role in the multiverse is only just beginning.
This isn’t a show for everyone. Loki demands attention and patience, and its intricate plot may feel overwhelming for those looking for a light superhero story. But if you embrace its premise, it’s a journey full of surprises and unforgettable moments. It’s a series that doesn’t just expand the Marvel universe—it redefines it.
And then there’s the ending. Without giving anything away, it’s impossible not to feel a lump in your throat as Loki’s fate unfolds. For those who have followed him since his first appearances in the MCU, his arc in this series is both heartbreaking and beautiful. A conclusion that honors the character while leaving behind a bittersweet feeling that lingers long after the credits roll.
