En 1882, Marian llega a la casa de sus tías ricachonas, Agnes y Ada, cuyos vecinos compiten por entrar en la alta sociedad neoyorquina.

Marian recibe la visita de Tom Raikes, a quien Peggy pide consejo legal. Los Russell son los protagonistas de un bazar benéfico.

George se enfrenta a un acontecimiento sorprendente. Marian ve al Sr. Raikes a pesar de que Agnes se opone a ello. Ada se encuentra con un viejo amigo. Peggy tiene una nueva oportunidad.

Marian descubre más cosas sobre la Sra. Chamberlain. George hace un trato para beneficiar a Bertha. Peggy conoce a un joven periodista.

Bertha, Marian, Aurora y Peggy viajan por la noche para ver hablar a Clara Barton. El pretendiente de Gladys recibe una invitación para cenar.

La visita del Sr. McAllister a los Russell sacude el hogar de las tías. George intenta controlar la situación. Marian se plantea sus sentimientos.

Mientras que la ciudad se ve sacudida por un acontecimiento histórico, Agnes jura proteger la reputación de su familia, mientras que las aspiraciones profesionales de Larry no le gustan a George.

Peggy revela la verdad sobre su pasado, mientras se acerca el día del juicio de George, y Marian se plantea su futuro sentimental.

El gran plan de Marian peligra. Bertha y la señora Astor discuten por el debut de Gladys. Peggy se ve sorprendida por una gran revelación.

Agnes comparte las noticias sobre la llegada de su sobrino Dashiell a Nueva York. Bertha decide respaldar a la nueva Ópera Metropolitana.

George adopta una decisión definitiva sobre Oscar. A Peggy vuelven a acogerla, todos menos uno, en el hogar de los Van Rhijn. Marian conoce a un nuevo adversario.

Un invitado sorprendente asiste al acto benéfico de Bertha. Ada organiza un almuerzo para el señor Forte. Peggy presiona al señor Fortune sobre Tuskegee.

Bertha busca mejorar su posición con la visita del duque. Con la ayuda de Marian, Ada continúa viendo al señor Forte. Peggy viaja a Alabama.

Después de compartir sus noticias, Ada se plantea seguir adelante sin el apoyo de Agnes. Peggy vive en carne propia los peligros del Sur.

Mientras George se dirige a Pittsburgh para lidiar con una posible huelga, Bertha se entera de que el duque piensa asistir a la velada inaugural del Met.

Cuando en Nueva York se celebra un hito histórico, Bertha reconsidera su lealtad al Met, al tiempo que Marian duda sobre su futuro.

Marian confiesa sus verdaderos sentimientos. Jack recibe buenas noticias. Bertha y el señor Astor hacen sus últimas jugadas en la guerra de la ópera.