Durante su arresto por insubordinación, el francotirador Kim Seol-woo es reclutado por los servicios de inteligencia. Entretanto, Yeo Woon-gwang alcanza el estrellato.

Ni a Woon-gwang ni a su manager Cha Do-ha les gusta el nuevo guardaespaldas. Así que si no pueden obligarlo a irse, se las arreglarán para que quiera marcharse él solo.

Tras descubrir que Woon-gwang ya ha sufrido un accidente similar, Seol-woo le pasa sus sospechas a Lee Dong-hyun, su camarada y mentor.

De toda la colección privada de artefactos culturales del presidente Victor, Seol-woo se fija en una escultura de madera. De repente, se va la luz.

Para su próxima misión, Seol-woo tiene que acercarse a Do-ha, pero no será nada fácil porque ella le ha prohibido que se encuentre a menos de un metro de distancia.

Seol-woo se emborracha y envía mensajes de texto muy particulares en nombre de la misión. El diputado Baek intenta llegar a un acuerdo con Jang Tae-ho.

Dong-hyun le pide a Seol-woo que no se meta en la investigación para evitar que le descubra su tapadera, pero Seol-woo continúa buscando al culpable.

Do-ha le pide a Seol-woo que le diga la verdad, y Dong-hyun y Seol-woo comienzan los preparativos para su próxima misión.

Por el padre de Do-ha y por su país, Un-kwang decide ayudar a Seol-woo. Do-ha le pide a Seol-woo que firme un contrato porque desconfía de él.

Seol-woo se reúne con Jang Tae-ho en secreto para entregarle una prueba decisiva sobre la muerte de Robert Yoon, y para hablar de la tercera talla de madera.

Jang Tae-ho expone sus condiciones a Mo Seung-jae. Seol-woo y Do-ha necesitan el permiso de Un-kwang para poner en marcha su nueva misión.

Como Seol-woo no contesta a las llamadas de Do-ha, esta decide ir a su despacho. Dong-hyun visita a Jang Tae-ho y le pregunta si sabe dónde está K.

Todos los implicados, incluidos Lee Dong-hyun, Mo Seung-jae y los servicios de inteligencia, prosiguen con la búsqueda de las cintas de vídeo desaparecidas.

Jang Tae-ho y Lee Dong-hyun debaten sobre Song Mi-eun y su pasado. Parece que decidió casarse con Mo Seung-jae no por su fortuna, sino por cuestión de supervivencia.

La policía encuentra el vehículo del atropello. Dispuesto a acabar con los malos, Seol-woo coge un arma de su despacho.

Seol-woo tiene al fin la oportunidad de vengarse. Ha llegado el momento de que cada cual afronte la situación y de que quienes lo merezcan reciban su castigo.