
Nochvemo
3
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Dec 14, 2022
**La pornografía de la violencia**
Cuando, hace siete años, se estrenó “The Handmaid's Tale”, a todos nos pareció una distopía surrealista, más propia de esas novelas catastrofistas e incomprensibles desde el punto de vista humano, que de una posibilidad real. Ahora, cuando nos asomamos a diario a la Casa Blanca, nos ha dejado de hacer puta gracia lo que aquí nos susurran.
La pregunta es: ¿por qué hemos perdido interés por esta serie de ficción y hemos banalizado lo que ocurre ahora en el Estados Unidos real?
1-Un ritmo que desespera: cuando la lentitud es un defecto.
El ritmo de “The Handmaid's Tale” puede ser exasperantemente lento. Si bien algunas series se benefician de una construcción pausada para crear atmósfera o tensión, aquí a menudo se percibe como una dilación deliberada. Hay episodios enteros donde la trama apenas avanza, centrados en miradas intensas, primero planos absurdos, cámaras lentas innecesarias, silencios prolongados y reflexiones internas de los personajes que, aunque ocasionalmente son efectivos, en exceso se vuelven una prueba de nuestra paciencia. Esta lentitud excesiva no contribuye a la profundidad, sino que más bien interrumpe el ritmo narrativo, haciendo que la serie parezca más larga de lo que realmente es, y que el espectador acabe perdiendo el interés en la progresión de los acontecimientos.
2-La falta de matices y la explotación del impacto.
Aunque la serie busca ser una advertencia sombría, en ocasiones cae en la pornografía, o la explotación gratuita del impacto y la brutalidad. La violencia y la crueldad en Gilead son innegables, pero la forma en que se presentan a veces carece de la sutileza necesaria, convirtiéndose en un espectáculo de miseria más que en un análisis profundo. Además, la polarización de los personajes entre "buenos" y "malos" a menudo simplifica un relato que debería ser más complejo. Las “tías”, por ejemplo, son retratadas de forma casi unidimensional, sin la exploración de sus motivaciones o la evolución de su propia opresión, que podría haber enriquecido la narrativa. Esta falta de matices resta credibilidad y profundidad a un mundo que, por su premisa, debería ser intrincadamente aterrador.
3-Un protagonista inconsistente, y la pérdida de empatía.
June Osborne, quien al principio era un faro de resistencia, a menudo se vuelve un personaje difícil de empatizar en las temporadas posteriores a la segunda. Sus decisiones son inconsistentes, su comportamiento es errático y su obsesión con la venganza a veces la lleva por caminos cuestionables que no siempre se justifican o exploran con la suficiente profundidad. Esta inconsistencia en el desarrollo del personaje principal hace que sea difícil para el público seguir apoyándola incondicionalmente, y la línea entre su heroísmo y su temeridad se difumina, lo que afecta negativamente la conexión emocional con la historia.
En resumen, mientras que “The Handmaid's Tale” ha dejado una marca innegable en el panorama televisivo, sus fallos en el ritmo, la redundancia del trauma, la explotación del impacto y la inconsistencia del guión y sus personajes, la convierten en una experiencia que, para muchos, termina siendo más frustrante que catártica.