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Star Wars: The Clone Wars (2008 – 2020)

8.5 | oct. 03, 2008 (US) | Action & Adventure, Sci-Fi & Fantasy, Animación

La escasa tropa Jedi lucha por mantener la libertad y devolver la paz a la Galaxia frente al aparentemente interminable ejército droide, clones diseñados genéticamente. A través de cientos de planetas, los Caballeros Jedi y los Separatistas combaten por el futuro de la Galaxia, pero el número de planetas que van cayendo en manos del Lado Oscuro cada vez es mayor a causa de los movimientos de los Separatistas. El terrible conflicto se agrava porque nuestros héroes se ven absorbidos por la confusión de guerra, mientras el Conde Dooku, el asesino Asajj Ventress, su maestro Darth Sidious, el General Grievous y una amplia galería de enemigos nunca antes visto también conspiran y se unen para derrotarlos. La historias de la serie 'Star Wars: The clone wars' transcurre entre el "Episodio II: El ataque de los clones' y el "Episodio III: La venganza de los Sith" de la saga Star Wars.

Número de temporadas
7
Número de episodios
133
Creador

Reparto

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Ashley Eckstein
Ahsoka Tano (voice)
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Matt Lanter
Anakin Skywalker (voice)
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James Arnold Taylor
Obi-Wan Kenobi (voice)
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Dee Bradley Baker
Clone Troopers (voice)
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Tom Kane
Yoda / Wullf Yularen / Narrator (voice)

Reseñas

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Marco-Hugo Landeta Vacas
10 | May 30, 2025
(CASTELLANO) Durante años pensé que The Clone Wars era una serie para niños. Colores chillones, animación rara, personajes caricaturescos... No ayudaba que se emitiera en canales juveniles y que muchos fans “de siempre” la ignoraran. Y sin embargo, qué error tan grande. Porque tras esa primera impresión algo infantil, lo que se esconde aquí es una de las obras más complejas, maduras y emocionantes de todo el universo Star Wars. Es cierto que las dos primeras temporadas pueden despistar. El orden cronológico salta, hay episodios de relleno y no todo parece avanzar. Pero a partir de la tercera —y sobre todo desde la cuarta— la serie da un giro brutal. Se vuelve más oscura, más densa, más adulta. Aparecen tramas que conectan directamente con lo que vendrá después, y los personajes crecen con una profundidad que nunca vimos en las películas. Lo de Obi-Wan en Mandalore es trágico y hermoso. Lo de Ahsoka, directamente inolvidable. La evolución de Anakin, sin necesidad de exagerar ni justificar, es creíble y dolorosa. Los clones, por fin, son tratados como lo que son: personas. Cada uno con su nombre, su carácter, sus miedos. Y luego está Maul. Qué decir de Maul. Si alguien pensaba que era solo un villano de usar y tirar en La amenaza fantasma, aquí se lleva una lección magistral de redención narrativa. Los últimos capítulos son puro cine. El asedio de Mandalore es un espectáculo visual y emocional que no tiene nada que envidiar a una película. La animación alcanza un nivel increíble, la música de Kevin Kiner se mete bajo la piel, y el guión conecta como un puente perfecto con La venganza de los Sith. Verlo sabiendo lo que va a pasar no lo hace menos impactante, sino más. Terminé la serie con lágrimas en los ojos. No exagero. Porque me ha hecho reconciliarme con partes del universo que creía menores. Porque me ha mostrado lo que significa ser Jedi, lo que cuesta una guerra, y lo que duele una traición. Y porque me ha demostrado, una vez más, que no hay que juzgar una historia por su forma, sino por su fondo. Si eres fan de Star Wars y aún no has visto The Clone Wars, estás perdiéndote una de las mejores experiencias que esta galaxia lejana nos ha ofrecido jamás. (ENGLISH) For years, I thought The Clone Wars was just a kids’ show. Bright colors, odd animation, cartoonish characters… It didn’t help that it aired on youth networks and that many long-time fans simply ignored it. But what a mistake that was. Beneath that first, childish impression lies one of the most complex, mature, and emotionally powerful works in the entire Star Wars universe. Yes, the first two seasons can be confusing. The chronological order jumps around, there’s filler, and not everything seems to matter. But from season three — and especially season four — the show takes a sharp turn. It gets darker, denser, more adult. Plotlines begin to tie directly into future events, and the characters grow with a depth we never saw in the films. Obi-Wan’s arc on Mandalore is tragic and beautiful. Ahsoka’s story is simply unforgettable. Anakin’s evolution — without exaggeration or excuses — is believable and painful. And finally, the clones are treated as what they are: people. Each with a name, a personality, and fears. Then there’s Maul. If you thought he was just a throwaway villain from The Phantom Menace, think again — his arc here is a masterclass in redemption. The final episodes are pure cinema. The Siege of Mandalore is a visual and emotional spectacle that rivals any film. The animation reaches stunning levels, Kevin Kiner’s music cuts deep, and the script acts as a perfect bridge into Revenge of the Sith. Watching it knowing what’s coming doesn’t dull the impact — it heightens it. I finished the series in tears. No exaggeration. Because it made me reconnect with parts of the saga I once dismissed. Because it shows what it really means to be a Jedi, what war really costs, and how betrayal truly hurts. And because it reminded me, once again, not to judge a story by its format, but by its heart. If you’re a Star Wars fan and haven’t seen The Clone Wars yet, you’re missing one of the greatest experiences this galaxy far, far away has ever given us.