Durante las décadas de los setenta y ochenta, la relación entre fotógrafos y celebridades era casi de complicidad, con estrellas como Marisol y Lola Floresprotagonizando portadas icónicas. Sin embargo, con el tiempo, la balanza se inclinó hacia un negocio más agresivo, con la aparición de los primeros robados y el auge de los pactos y chantajes entre famosos y prensa. Este capítulo también aborda la fascinación de los paparazzi por la realeza española, incluyendo los primeros romances de Felipe VI y la obsesiva cobertura de la Reina Letizia. Las imágenes no solo capturaron momentos íntimos, sino que llegaron a sacudir la política y la economía del país, como en los escándalos de Marta Chávarri y Alberto Cortina o Isabel Preysler y Miguel Boyer.

La década de los noventa, un periodo marcado por la proliferación de los robados y la monetización desorbitada de las imágenes. El nacimiento de las televisiones privadas y el auge de los programas del corazón intensificaron la persecución de las celebridades, llevándola a un punto álgido. Las cámaras capturaron momentos inéditos y controversiales, como el desnudo del Rey Juan Carlos y la relación de Antonio Banderas y Melanie Griffith, entre otros. Asimismo, el capítulo analiza el cambio de percepción hacia los paparazzi, quienes pasaron de ser cazadores admirados a villanos tras la muerte de Lady Di, un acontecimiento que marcó un antes y un después en la historia de esta profesión.

La crisis reputacional y económica que sufrieron los paparazzi tras la muerte de Lady Di y cómo la llegada de las redes sociales ha transformado el negocio. Ahora, los personajes públicos tienen más control sobre la información que comparten, lo que ha llevado a una reestructuración en la forma de operar de los fotógrafos del corazón. Los cambios legislativos también han limitado su actividad, haciendo más difícil que nunca conseguir exclusivas sin el consentimiento de los protagonistas.