Anna ha decidido dejar a Enrico. Después de once años de matrimonio, hace las maletas para irse, pero elige el día equivocado porque ese día Enrico ha organizado una fiesta sorpresa para celebrar su reciente cumpleaños. Anna se encuentra retenida en su vida por una última noche. Acepta asistir a la fiesta, para no humillar a su esposo y evitar lastimar a su hijo Pietro, quien la espera en la oscuridad, preparado para gritar '¡Sorpresa!'. Pietro no se equivoca, habrá muchas sorpresas durante la fiesta. Y Anna tendrá que decidir si mantener su decisión de irse.

Anna y Enrico han fracasado: su matrimonio se está desmoronando y se culpan mutuamente. Terminan frente a una trabajadora social, quien tiene la tarea de determinar cuál de ellos debe tener la custodia de su hijo. Para responder a esta pregunta, Rosa recorre su historia a partir de su primer encuentro: descubre que Anna y Enrico se conocieron cuando eran muy jóvenes y juntos enfrentaron las consecuencias de un embarazo no deseado. De ahí provienen todos sus problemas, dice Enrico, quien acusa a Anna de no haber sido nunca una buena madre y de no haber deseado nunca a Pietro.

La trabajadora social investiga los primeros meses de la vida de Pietro y los cuidados de su madre. Se ve obligada a dar este paso por las acusaciones de Enrico contra Anna y las pruebas que ha recogido para demostrar cómo se comportó su mujer en ese momento. Rosa interroga primero al pediatra del niño y luego a todas las personas que puedan darle una idea de ese período. Finalmente, decide enfrentarse a Anna directamente. Solo así podrá establecer si es una buena madre o si sus errores son tan verdaderamente imperdonables como afirma su marido.

Enrico pasa de acusador a acusado. La trabajadora social nota algunos incidentes sospechosos en el pasado del niño. Rosa recoge el testimonio del entrenador de la escuela de fútbol de Pietro y lo relaciona con un inusual ingreso. Las señales de alerta parecen confirmarse tanto por la agresividad mostrada por Enrico hacia su mujer desde el comienzo de la separación, como por el comportamiento de Pietro, que hace todo lo posible por distanciarse de su padre, como si quisiera borrarlo de su vida.

Habiendo repasado toda la historia de Anna y Enrico, la trabajadora social solo puede concentrarse ahora en el período justo antes de su ruptura. Rosa se entera de la fiesta sorpresa en la que Enrico convenció a Anna para que se quedara solo tres meses antes. La trabajadora social logra reconstruir que la pareja estuvo tratando de salvar su matrimonio hasta unos días antes de la audiencia de separación. Algo debió suceder en ese momento, pero ninguno de los dos tiene intención de hablar de ello. Le tocará a Rosa descubrir su secreto, y para ello entrevistará a la única persona que aún tiene que pasar por su despacho: Pietro.

La trabajadora social ahora sabe la verdad sobre Anna y Enrico y la escribe en su informe para el juez. El resultado es que a Pietro lo separan de ambos padres y lo colocan, primero en un centro para niños, y luego con Andrea, una ingeniera informática que representa una vida alternativa para Pietro, gracias a su familia modelo. Anna y Enrico lucharon entre sí hasta el punto en que ambos perdieron. Y ahora los dos están en la misma posición: encontrar la manera de recuperar a su hijo.