C.R. MacNamara, un alto directivo destinado en Berlín Occidental, recibe el encargo de cuidar de la hija de su jefe durante una de sus visitas. Cuando MacNamara se entera de que la chica se ha escapado y ha contraído matrimonio con un exaltado joven comunista, y de que su jefe estará de vuelta en tan solo veinticuatro horas, no le queda más remedio que transformar al reacio revolucionario en un yerno digno; de lo contrario, ya puede despedirse de su ascenso. Pero en menos de lo que se tarda en decir "un, dos, tres", sus planes se le escapan de las manos y provocan un incidente internacional capaz de enfadar a los rusos, a los alemanes y, lo que es peor, a su propia esposa, que ya está con la mosca detrás de la oreja.
**“¡Retornen los envases!”**
Si alguien era capaz de convertir la tenebrosa y dividida Berlín de la Guerra Fría en un escaparate para la comedia más frenética y satírica que se recuerda en el Hollywood de la primera época dorada del cine, ese era el gran y único Billy Wilder.
C.R. MacNamara es un ejecutivo americano de la Coca-Cola en el Berlín Occidental, y con ambiciones desmedidas de expandir la marca al bloque comunista. Su energía contagiosa y la capacidad para escupir diálogos a la velocidad del rayo es la característica más recordada de esta obra maestra en la que Cagney demuestra su enorme capacidad para la comedia, manejando la expresión corporal y la verbal con una precisión milimétrica. La vida de MacNamara en Berlín se complica enormemente cuando la mimada y caprichosa hija del jefe, Scarlett Hazeltine (interpretada con un encanto eficaz por Pamela Tiffin), decide viajar a Berlín y hospedarse en su casa, con su familia. A las pocas semanas, y para estupefacción de todos, Scarlett se ha casado secretamente con Otto Piffl (Horst Buchholz), un apasionado comunista del Berlín Oriental, del que se ha enamorado apasionadamente. Los recursos infinitos de MacNamara y su capacidad para resolver conflictos con la ayuda de su voluptuosa secretaria (Liselotte Pulver), y un asistente ex miembro de la Gestapo, consiguen que el matrimonio sea anulado oficialmente. Pero una nueva noticia descoloca a la familia nuevamente, y lo que sigue es una carrera contra el reloj para transformar a Otto en el yerno perfecto para que el padre de la chica, que está a punto de llegar a Berlín para visitarla, lo considere el mejor marido para “su pequeña”.
Billy Wilder dirige esta orquesta de la locura con su batuta experta y un guión co-escrito por el genio de la comedia I.A.L. Diamond. Los gags y los diálogos afilados, los chistes visuales extravagantes y un ritmo continuo que nunca decae, se dan cita en un torbellino de entradas y salidas, disfraces, malentendidos y giros inesperados que mantienen al espectador enganchado a la pantalla. Wilder se burla de la burocracia, la propaganda y las contradicciones de ambos sistemas políticos, el capitalista y el comunista, con una imparcialidad asombrosa.
El genio de Billy Wilder y el talento de James Cagney vuelven a mostrarse en “Uno, Dos, Tres”, una comedia atemporal que, a pesar de su contexto histórico específico, sigue siendo un festín de risas y una muestra de cómo el cine puede ser a la vez entretenido y provocador.