
Nochvemo
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ene. 12, 2025
Para vencer el alto coste de la vida en Nueva York, tres mujeres muy distintas, aunque bien orientadas en sus distintas carreras, deciden mudarse juntas. Billie (Samantha Fox, en una de las mejores actuaciones de su carrera) es una ejecutiva de publicidad en ascenso, con un pasado en la prostitución de lujo, cuyas consecuencias no dejan de cruzarse en su camino. La actriz Joan (una exquisita Veronica Hart) lucha por triunfar en Broadway, pero mantiene una relación con un hombre casado que jamás dejará a su mujer. La modelo Sherry (una sensacional Kelly Nichols) tiene un problema con las drogas que no deja de meterla en problemas, incluyendo varios abusos por parte de un psicópata (un enorme e inquietante Jamie Gillis). De las tres, Joan es la más romántica y sensible, y acaba desviando su atención amorosa hacia un compañero de reparto gay. Mientras Billie es empujada por su antiguo proxeneta para que vuelva a su antiguo trabajo bajo coacción, acaba cruzándose con su propio novio en una despedida de soltero, lo que añade sal a la herida, ya que ella no tenía ni idea de que él estaba a punto de casarse con otra.
El último éxito de Chuck Vincent arrasó en los premios AFAA (Asociación de Cine para Adultos de Estados Unidos) el año de su estreno, al tiempo que se plantaban las semillas de lo que después serían organizaciones como XRCO (Organización de Críticos de Cine X) y FOXE (Fans of X-Rated Entertainment). Si bien “Roommates” cumple con creces, en todos los aspectos, el paradigma de una buena realización cinematográfica (guión, actuación, valores de producción…), prácticamente pasa por alto el único aspecto que separa las películas para adultos de las convencionales. Es cierto que hay mucho sexo involucrado, pero muy poco es realmente erótico. Incluso se llegó a etiquetar casi como misógina, ya que sus tres protagonistas femeninas pasaban por un mal momento solo para demostrar lo fuertes y valientes que eran. Como curiosidad, Veronica Hart declaró públicamente que su escena sexual con Jerry Butler fue la única vez en su carrera que sintió que estaba haciendo el amor de verdad.