
Nochvemo
10
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jun. 03, 2025
Una joya imperecedera
Esta obra maestra del 42 es muchísimo más que una comedia brillante. Es un ácido ejercicio de sátira, ingenio y subversión en un momento en que el mundo se sumía en la oscuridad de la Segunda Guerra Mundial. Lubitsch tuvo la audacia de crear una película que, lejos de trivializar la tragedia, la abordaba con una inteligencia y un humor que la hacían no solo digerible, sino profundamente reveladora.
La trama, que sigue a un grupo de actores de teatro polacos que se ven envueltos en una misión de espionaje para frustrar los planes de los nazis, es un festín de malentendidos, suplantaciones de identidad y diálogos mordaces. Jack Benny y Carole Lombard, en sus roles protagónicos como los esposos Joseph y Maria Tura, entregan actuaciones memorables, con un Benny encarnando a un actor vanidoso, y la Lombard a una estrella seductora y promiscua, ambos con una química innegable y un timing cómico impecable.
Lo que eleva a "Ser o no ser" por encima de todas las comedias que se han hecho jamás, es el “Toque Lubitsch”, esa habilidad única del director para sugerir más de lo que muestra en pantalla, para manejar la ironía con una delicadeza magistral, y para mantener un ritmo narrativo fluido y sin fisuras, donde cada escena es una delicia y un paradigma cinematográfico. La película juega con las expectativas del auditorio, subvirtiendo constantemente los clichés y ofreciendo giros inesperados que provocan auténticos delirios.
Además, "Ser o no ser" es un poderoso escaparate acerca del arte, la identidad y la resistencia ante la opresión y la injusticia. Los personajes hacen uso de disfraces y subterfugios para convertirse en héroes improvisados bajo la espada de Damocles nazi demostrando que, incluso en los momentos más oscuros de la historia, el ingenio y la capacidad de adaptación pueden ser armas formidables. Lubitsch se burla así de la pomposidad nazi y de su burocracia fascista, con una agudeza que, sobre todo hoy, deberíamos hacer resonar.
Esta es una obra esencial, atemporal y apta para cualquier tipo de tolerancia humorística. Es una prueba de que la comedia en la Primera Edad de Oro era inteligente, valiente y profunda, sin detrimento del placer y el regocijo.